SOBRES LXS ARQUITECTXS Y NUESTRAS ORGANIZACIONES

La mayoría de los arquitectos y arquitectas argentinas no somos titulares de un estudio profesional. Este escrito debe comenzar marcando una realidad tan obvia como insoslayable. Porque es a partir de esta cuestión, que se ven interrogados los colegios, consejos y asociaciones profesionales. ¿A quién representan entonces? ¿A cuántos de la totalidad de profesionales? ¿A los matriculados? ¿A los matriculados con matricula activa? ¿A los graduados de arquitectura?

Las tareas profesionales que realizamos los arquitectos incluyen otra diversa gama de actividades: los profesionales que son empleados –formales o no- de los estudios de arquitectura; los arquitectos que trabajan en las oficinas estatales en todo el país; a aquellos que trabajan como empleados para empresas constructoras; a quienes suman su labor en las cadenas de venta de materiales o insumos de la cadena de producción de ciudad; a los que desde distintos ámbitos aportan a la producción social del hábitat aceptando trabajos que oscilan entre lo mal pago y lo voluntario; a quienes investigan y aportan ideas para una realidad que demanda propuestas viables y necesarias; entre otros muchos. Sumemos con vocación integradora a todo lo que queda por fuera del modelo de profesional típico, y veremos que claramente se trata de la mayoría.

 

Los perfiles profesionales se diversifican y complejizan. Los ejemplos que se postulan en el párrafo anterior no se contraponen, sino que muchas veces el mismo profesional se dedica a varias actividades distintas. En este contexto, las organizaciones que nos agrupan y tienen vocación de representarnos deberían atender de manera prioritaria a quienes se encuentran más débiles en la negociación que determina sus condiciones de trabajo.

La determinación de este profesional típico en las entidades resulta significativa en relación a su voz pública, a su papel como entidad reconocida como actor político en el problema urbano. Por las características de la producción de ciudad, los grandes estudios, las grandes empresas y los gestores de los organismos estatales,  interactúan diariamente en los grandes emprendimientos, desarrollos y regulaciones urbanas.  En el caso de la ciudad, las identidades en ocasiones resultan difusas. A medida que los intereses de los grandes desarrolladores inmobiliarios, los viabilizadores de estos emprendimientos desde la gestión pública, y la voz de las entidades de arquitectos se acercan, la voz de las entidades se aleja de la representación de miles de arquitectos que no participan de este circuito de grandes obras y decisores de la gestión local.

Párrafo aparte merece la observación de las condiciones de trabajo de los arquitectos. La precariedad de los contratos de trabajo, que en muchas veces ni siquiera existen. El trabajo formal o informal que no reconoce en su retribución horarios extendidos o fines de semana. La tendencia al trabajo free lance de servicios de documentación e imágenes que deja a los profesionales la responsabilidad de aceptar las condiciones de auto explotación. La dificultad para acceder a condiciones mínimas de seguridad social,  la situación previsional y la cobertura médica de las familias de los arquitectos y arquitectas esta librada a las posibilidades de cada profesional. Supuestos profesionales liberales resultan trabajadores precarizados de un engranaje que los excede.

El consejo profesional de arquitectura y urbanismo, organismo creado para regular la práctica profesional, está en estos días sumergido en un nuevo proceso electoral. El cuadro de situación de las asociaciones profesionales parte de un principio errado: la interpretación poco feliz que vincula directamente la profesionalidad, excelencia y responsabilidad en la tarea a su comprensión en el marco del ejercicio liberal.  Se ha interpretado históricamente que esta regulación e interés principal, sucede entre profesionales liberales,  así se espera su ejercicio, su desarrollo, su competencia en términos de mercado. Las entidades profesionales han estructurado este rol regulador orientándose por el mismo perfil hegemónico que nuestros centros de formación: el profesional propietario y diseñador en jefe de su estudio.  Un arquitecto genérico que de manera acrítica se encuentra preparado para atender cualquier encomienda y hacerlo de manera eficiente.

Es justo decir también, que en los últimos años, tanto dentro de los colegios y asociaciones como en las facultades, han ganado espacio, aunque minoritario, expresiones diversas y nuevos enfoques. Estas transformaciones están vinculadas al proceso político del contexto argentino sucedido a partir del 2001, en la que el estado de movilización creciente dio lugar a revisiones críticas en la totalidad de las instituciones. Han surgido valiosas experiencias y propuestas de trabajo,  entre otras las que analizan los problemas urbanos  e incorporan la problemática de la pobreza como por ejemplo el Instituto del Hábitat Urbano del CPAU. Existen también por fuera del ámbito colegiado experiencias relevantes e interesantes en curso, como los casos de los arquitectos explotados de España -luego Sindicato de Arquitectos-  o los Encuentros Nacionales e incluso Latinoamericanos de Arquitectura Comunitaria, que han tratado colectivamente la problemática laboral y social.

Las organizaciones profesionales tienen el enorme desafío de integrar la variedad de situaciones que se desarrollan por fuera de lo previsto en el perfil de estudio tradicional.

Finalmente, los primeros demandados por esta situación de crisis de representación somos los arquitectos, redefinidos en su situación real, una mayoría  que desarrolla su tarea sumergida en la debilidad individual. Lo que define sus posibilidades y límites en la negociación para defender sus intereses como trabajadores. Este horizonte requiere de nuevos planteos, preguntas y acciones, pensando también las estrategias de construcción de estas respuestas, capaces de transformar las estructuras existentes o generar nuevas, en un proceso que excede lo eleccionario y demanda de la creatividad y protagonismo de todos.

Julián Salvarredy, en Proyecto Habitar

(Nota publicada en Clarin Arquitectura 07.10.14) ver