DECLARACIÓN EN EL DIA MUNDIAL DEL HÁBITAT. ENCUENTRO POR UN HÁBITAT JUSTO Y DEMOCRÁTICO

Encontrarnos para profundizar nuestro trabajo colectivo y creativo en la construcción de territorios más justos y democráticos, resulta más necesario y urgente que nunca.

Personas, organizaciones, instituciones que lo hacemos hace muchos años sabemos que la crisis económica actual ha pegado duro en la situación habitacional de la mayor parte de la población, especialmente en nuestros barrios populares, afectando en mayor medida a mujeres, jóvenes y disidencias.

En este contexto, proponemos encontrarnos en un espacio común, reunir e intercambiar nuestros saberes, compartir perspectivas sobre el estado de situación y construir colectivamente un nuevo conocimiento que alumbre las próximas acciones, que estarán guiadas por la perspectiva de derechos, tan noblemente arraigada en el corazón de nuestro pueblo.

Las y los abajo firmantes consideramos inaceptable la injusta situación habitacional de nuestro pueblo, conocemos las valiosas experiencias históricas que hemos construido y dan cuenta de que es posible avanzar hacia un territorio justo. Denunciamos el abandono y la desidia que el gobierno nacional práctica sobre nuestros barrios y sus poblaciones, reclamamos acciones urgentes y la imperiosa activación de políticas habitacionales, urbanas y ambientales suspendidas y de las obras abandonadas.

 

Sobre la situación del hábitat: 

En la actualidad se combinan, dramáticamente en nuestro país, la historia de injusticia territorial con el gobierno nacional más insensible e inhumano que ha conocido nuestra democracia.

Esto implica la confluencia de la reproducción sistemática de la desigualdad e injusticia en el territorio, que históricamente condena a millones de habitantes a la precariedad habitacional, con el nefasto accionar del gobierno nacional en detrimento de la naturaleza social del Estado y su estructura de derechos, que se manifiesta en el abandono irracional de las obras y políticas habitacionales, urbanas y ambientales, la persecución política y estigmatización de las organizaciones barriales y de luchadoras y luchadores.

La población en situación de déficit habitacional supera los doce millones de habitantes (un poco más del 25% de la población), siendo más de cuatro millones de hogares los que requieren mejoras cualitativas en sus casas o nuevas viviendas, 1 de cada 4 hogares en Argentina no cuenta con vivienda adecuada. La población de los 6.467 barrios populares alcanza más de 5 millones de habitantes. En Argentina 4 de cada 10 jóvenes de entre 25 y 35 años no pueden acceder a una vivienda (2,3 millones de personas). Hay millones de personas en situación de déficit que no residen en barrios populares, las políticas habitacionales deben incluirlos a todos y todas, y deben detener la reproducción de la desigualdad territorial. Son necesarias acciones diversas e integrales, no se trata de remediar la pobreza, sino de transformar el modo de producir el territorio.

Durante los últimos nueve meses, la situación de nuestro pueblo empeoró de un modo permanente y agobiante, aún más si consideramos que el punto de partida ya era crítico. Como resultado de las políticas del gobierno que preside Javier Milei crecieron aceleradamente la pobreza (alcanza el 52,9% de la población) e indigencia (18,1 % de población). Esto supone un aumento exponencial de personas en situación de calle y la urgencia de abordar a nivel local políticas y planes para atender este drama social. 

Desde diciembre de 2023, los servicios básicos aumentaron: Agua 271%, Energía Eléctrica 156%, Gas natural 898%. Los alquileres en el AMBA treparon 153%. En el mismo periodo desde diciembre de 2023 los alimentos y bebidas no alcohólicas subieron en promedio 136%. Las condiciones del trabajo formal e informal también son cada vez más críticas. Según los datos del CEPA en base a la SRT, entre noviembre de 2023 y junio de 2024, cerraron 11.185 empresas, lo que representa un total de 232.705 puestos menos de trabajo registrado (-2,36%). Además, aumentó el transporte público en el AMBA, el colectivo un 600%, el subte un 688%, y los trenes un 344%. Situaciones similares se evidencian en todo el país.

El trabajo vinculado a la economía popular resulta también fuertemente golpeado por la escasez generalizada que afecta las tareas que ocupan a personas en trabajos eventuales, la venta ambulante, los cuidados. En los barrios populares, al freno de toda política habitacional se suma la casi nula asistencia social del gobierno nacional, incluso a comedores populares.

Se atacan con dramática crueldad los presupuestos de la salud y la educación pública. Nuestras universidades nacionales se encuentran al borde de una situación de crisis definitiva y enarbolando una de las grandes luchas populares del presente.

Técnicos, profesionales, cooperativas y pequeñas empresas sociales, se ven también afectadas por la falta de iniciativas de trabajo en la mejora habitacional, urbana y ambientales de los barrios populares.

 

Los Derechos, a la Vivienda, al Hábitat, a la Ciudad, al Ambiente

Crecen las millones de personas que no pueden acceder a una vivienda digna. El suelo y la vivienda segura y saludable, que constituyen un derecho básico, se convierten en un anhelo cada vez más lejano. Son cada vez más quienes habitamos el país y no podemos acceder al agua corriente, a la electricidad, a todos los servicios básicos en entornos ambientalmente saludables. 

Existe una situación de negación y combate directo del gobierno nacional contra los derechos colectivos que se han construido históricamente en nuestros pueblos con trabajo, colaboración y lucha. El hábitat, la ciudad, el ambiente, los territorios que son el resultado de la obra colectiva, se concentran cada vez en menos manos. 

Se acentúa la concentración de riqueza y el poder en el territorio a partir de privilegios impositivos y desregulaciones, como las materializadas en la denominada “ley bases”, orientadas a beneficiar a los promotores de desarrollos extractivistas y contaminantes que resultan en el deterioro permanente de las condiciones ambientales del territorio.

 

La necesidad de políticas integrales 

Del mismo modo que la construcción de derechos colectivos, nuestro pueblo ha participado y edificado experiencias de diseño y aplicación de valiosas políticas habitacionales y urbanas que hoy es necesario retomar para poner en valor y exigir su continuidad. Experiencias en las que se ha puesto al frente su capacidad autogestiva, accionando para que el peso de la injusticia territorial y habitacional disminuya.

En nuestro pueblo y en nuestros barrios populares se ha construido hábitat y territorio en procesos solidarios y democráticos, desde estas experiencias se ha nutrido el diseño de las políticas estatales, promoviendo instrumentos que incluyen acciones de redistribución de riqueza, tierra y poder. Acciones que tienden a la redistribución como una de las formas de la riqueza, acciones que inciden en las posibilidades de participación y protagonismo de los y las pobladoras y sus organizaciones en la construcción y proyección del territorio.

Es necesario profundizar la aplicación de la Ley 14449 de Acceso Justo al Hábitat, recuperando el proceso colectivo de elaboración, en el que participaron organizaciones, técnicos/as, instituciones y legisladores/as. Retomando sus principios: derecho a la ciudad, función social de la propiedad, reparto equitativo de cargas y beneficios, gestión democrática. Proponemos fortalecer mesas y consejos que construyan la fuerza necesaria para recuperar y profundizar lo mejor de estas experiencias.

En el mismo sentido, es necesario poner en valor también los procesos originados desde el RENABAP a la SISU. Ambos surgidos por la movilización de las organizaciones sociales de relevamiento de barrios populares, la iniciativa de generación de un registro que incluyó más adelante la posibilidad de instrumentar políticas nacionales de integración socio urbana. En la instrumentación de estas políticas se incluyeron herramientas de redistribución como la afectación a las grandes fortunas para la constitución de un fondo específico, otra experiencia que da cuenta de que es posible abordar integralmente la situación urgente y la estructural.

Como estas, existen muchas otras iniciativas y experiencias que se han impulsado de manera autogestiva y colaborativa por organizaciones. Resulta valioso retomar y poner en la agenda del trabajo en común. La Ley Nacional de Propiedad Comunitaria Indígena; Ley Nacional de Alquileres; el Consenso Nacional por un Hábitat Digno; los proyectos de Ley Nacional de Ordenamiento Territorial y Regulación de Procesos de Desalojo; la propuesta de Ley Nacional de Producción Social Autogestionaria de Hábitat (PSAHP, nacionalización y profundización de ley 341 de CABA); la propuesta de Ley de Acompañamiento Técnico Profesional y Público; entre muchas otras iniciativas de regulación y ordenamiento del territorio y el ambiente nacional a favor de los derechos colectivos.

Es urgente avanzar en la construcción de territorios más justos y democráticos, la experiencia nos indica que ello requiere trabajo colectivo y organización. Por todo esto nos encontramos otro primer lunes de octubre, en el Día Mundial del Hábitat, para volver a levantar nuestras voces y poner en valor nuestras experiencias, reclamar por nuestros derechos a la vivienda, al hábitat, a la ciudad y continuar la tarea común de construir un territorio justo y democrático, para todos y todas. 

 

Organizaciones firmantes:

Proyecto Habitar | Fundación Vivienda y Comunidad (FVC) | Laboratorio Proyecto y Género, FADU-UBA | Fundación Rosa Luxemburgo Cono Sur | Centro de Estrategias y Acción por la Igualdad (CEAPI) | Centro de Investigaciones Transformaciones Territoriales, FADU-UBA | Área de Estudios Urbanos del Instituto de Investigaciones Gino Germani, FSoC-UBA | Fábrica de Hábitat | Hábitat ICO. Investigación, Acción, Participación | Centro de Estudios Desarrollo y Territorio (CEDYT) | INSITU Grupo de trabajo socioambiental | Federación de Cooperativas Autogestionarias MOI – Argentina | Asociación Mutual Seis de Agosto – Hugo Esteban Gaitán | Federación de Cooperativas Todos Juntos | Habitar Patagonia | Canoa Hábitat Popular | Colectivo Poder Habitar | Asociación Civil Barrios Unidos por el ambiente y el progreso barrial | Laboratorio en Sistemas de Información Geográfica y Teledetección (FHCS-UNSJB) | Taller Libre de Proyecto Social | Madre Tierra | HIC-AL | FTV – Asociación civil La Amistad- frente barrial cta | Ministerio de Hábitat y Desarrollo Urbano PBA | Nuestramérica  | Casa de género y diversidades Micaela Bastidas Barrio Nicole | Concejalia Popular de Rosario-Santa Fe | Construir Colectivo | Caritas Neuquén | Grupo Ciencia y Tecnología del Habitar Popular – Fundación «Soporte» | Diplomatura en Hábitat y Acción Pública | Cooperativa de Vivienda Nuevos Aires | Cooperativa de vivienda Dulce Hogar y YONOFUI

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REFLEXIONES SOBRE EL CONVERSATORIO DESCENTRAR LA MIRADA

El viernes 26 de julio se llevó a cabo el Conversatorio: Descentrar la mirada. Imágenes del habitar cotidiano en barrios populares, en el marco del cierre de la exposición fotográfica HABITAR. Se trató del último encuentro en la Universidad de General Sarmiento, donde fotógrafos, fotoperiodistas y realizadores expusieron sus trabajos para abrir a una nueva instancia de intercambio entre los presentes.

En esta ocasión, el disparador fue repensar el papel que tiene la fotografía y quienes la producen para reconstruir nuevas narrativas sobre diversas realidades, desnaturalizando los discursos de odio que tantas veces se multiplican en los medios de comunicación masivos y mostrando las relaciones y espacios que habitualmente no se ven.

Luego de la última proyección del documental Habitar en el Multiespacio de la UNGS, se dió lugar a la presentación de trabajos seleccionados por los 5 expositores, donde relataron procesos, situaciones, hechos, que inspiraron los registros, y los impulsaron a buscar una forma de disputar el sentido de la fotografía. Las producciones remitieron a experiencias significativas donde se visibilizaron otras lógicas de producción del espacio, y la construcción de una nueva mirada sobre el hábitat popular.

       

Marcos Sierra, presentó su trabajo “Intima 31. Organización popular y pandemia”, donde buscó reflejar el habitar durante el aislamiento social preventivo y obligatorio en el barrio 31, desde las ollas populares hasta los desalojos forzosos de familias encabezadas por mujeres. La movilización y demanda por vivir en la centralidad y por construir otras practicas sociales de convivencia.              

Agustina Salinas, “Guernica, la lucha por la tierra”, relatando los días de construcción del barrio producto de la toma de Guernica, que tuvo como desenlace la violencia durante su desalojo. La vivencia de estos días de lucha y organización social y espacial se vieron opacados por la expulsión, que fue tomada como acción ejemplificadora en los distintos niveles de gobierno.

Paloma Cerna, desde una mirada del paisaje cotidiano de Isla Maciel, invitó a poner en debate los discursos estigmatizantes de la violencia y la espectacularización de la desigualdad. Atrás de cada imagen hay una historia, el fotógrafo con su práctica puede involucrarse y visibilizar la vida o contar un fragmento desde una mirada ajena.

Felipe Restrepo, expuso el trabajo de los estudiantes del taller de Producción Audiovisual, cuya premisa fue desmitificar aquellas imágenes y relatos creados sobre el conurbano desde los grandes medios de comunicación audiovisual. Colores, sonidos, situaciones, trayectorias atravesaron el proceso de aprendizaje, cuestionando el estereotipo que se difunden sobre lo popular.   

Miguel Caamaño, presentó Habitar, una restitución de imágenes producidas a lo largo de la realización del documental que lleva el mismo nombre. La muestra interpela sobre como restituir un proceso tan complejo, donde se conjugan la lucha por el derecho al hábitat con los sueños, anhelos, experiencias cotidianas de cuatro barrios atravesados por la desigualdad estructural. El mensaje construido desde el barrio y con las personas que lo habitan para reconocerse sujetos históricos en la transformación.   

Las reflexiones giraron en torno al rol del fotoperiodista y su responsabilidad como actor público en la construcción de nuevas narrativas, contrarrestando la reproducción de la desigualdad y la estigmatización de la pobreza. Frente a la manipulación de la imagen y la reproducción de discursos del odio desde los espacios de comunicación masiva y desde las instituciones, la necesidad de problematizar desde donde se mira y se comunica es urgente.

       

Entre los comentarios e intercambios, cabe destacar los aportes de Cecilia Ceraso, comunicadora, y Omar Varela, urbanista. Cecilia planteo que frente al desaliento y la estigmatización la respuesta es ir hacia acciones que contribuyan a la dignidad, la comunicación como herramienta para registrar desde un lugar amoroso, desde la ternura, desde la empatía para generar imágenes incorruptibles por la integridad que expresan y por el lugar que ocupan las personas en ella. Omar invitó a crear las imágenes con sus protagonistas dando lugar a la apropiación y a la construcción de la comunidad como sujeto histórico de la transformación. Dado que una vez que se reconoce la necesidad colectiva de transformación, no hay otro camino que ir hacia adelante y hacia el encuentro con otres.

Hacia el cierre, Eugenia Jaime, docente investigadora UNGS e integrante de Proyecto Habitar, estimuló a tomar estas reflexiones como premisa para interpelar a las disciplinas, haciéndolas parte de la discusión que se produce en estos espacios de debate, donde se disputa el sentido de las imágenes. Interpelar la estructura hegemónica de la práctica profesional, que se fortalece en las instituciones, es fundamental para resignificar el aporte del conocimiento especifico. Frente a la injusticia, la comunicación es una herramienta de empoderamiento, para contar y compartir en otras instancias más próximas, la construcción de otros mundos posibles.  

Libertad

No hay libertad sin derechos humanos.
 
No hay libertad sin igualdad y justicia en los territorios
 
Como con muchas otras palabras a lo largo de la historia, hoy nos encontramos frente al abuso engañoso del término libertad. Llegamos al punto en que la palabra libertad se ha consolidado como una bandera de quienes cotidianamente, e históricamente, reproducen la injusticia, la exclusión y la desigualdad a través de la opresión sistemática de los pueblos.
Esto es tan perverso como cínico.
 
La libertad que enuncian se lee a través de los lentes de la acumulación y la competencia, desde el prisma de las billeteras, es la ley de la selva. Se trata de relaciones entre personas libradas a las posibilidades que les otorgan sus fuerzas, sus bienes, sus armas. Las prácticas sociales desarrolladas bajo este supuesto eje libertario que esconde el pensamiento único del individualismo mercantil, nos encaminan a la destrucción del planeta como resultado de subordinación de los bienes comunes y de la función social de la propiedad a la supremacía de los bienes individuales y de la propiedad privada. Nos encontramos frente a la censura del debate sobre estas lógicas que se estructuran en la satisfacción de los impulsos personales, y la fuerza bruta para imponerlos, frente a los otros (pobladores de la misma ciudad o barrio, colegas, parientes) y frente a la salud del planeta que nos cobija.
 
La historia no empieza en cada minuto. Las personas no nacen en un punto de partida igualitario. La mayoría de las personas son obligadas a vivir en la austeridad y en los bordes de las ciudades. Otras viven en la abundancia disfrutando de la centralidad de las ciudades. A unos les toca poder y recursos infinitos, a otros una carrera de esfuerzos agotadores para la supervivencia. Es injusto dar carta abierta, sin mediaciones, para operar según su voluntad e impulso a habitantes en tan disimiles circunstancias. Es tan obvio el concepto como incomprensible. Es perversa la omisión de esta condición básica de la desigualdad social, territorial, de nuestro país y el mundo. Entonces, no está bien establecer como regla general que cada uno hace lo que quiere a partir de donde está, del dinero y la fuerza que tiene. Es necesario volver a hacer presente las nociones más fraternales del acuerdo de convivencia y desarrollo que nos trazamos como comunidad y en relación con nuestro entorno. Porque no hay libertad sin igualdad.
 
Las personas, organizaciones, instituciones, movimientos, que luchamos por la libertad en un sentido profundo, democrático, lo hacemos colectivamente. Con la certeza que el ejercicio pleno de la libertad requiere como guía de organización humanitaria la igualdad y la justicia. Igualdad y justicia a la que intentamos aproximarnos cotidianamente en el camino la de lucha por los derechos. Entre todos los derechos humanos, como grandes logros de los debates más avanzados de la humanidad, los derechos colectivos, los derechos económicos sociales y culturales son la forma más desarrollada en términos intelectuales y sensibles.
Reconocer un principio de igualdad como personas modifica positivamente nuestro horizonte de acción. Se trata de lo opuesto, de reconocernos como iguales, como personas para construir en conjunto una realidad más humana. No se trata de una igualdad ridículamente parodiada por los mentores del cinismo, que diluye las diversidades o que omite la relación entre el esfuerzo personal y social, y los resultados materiales del trabajo.
 
Reconocernos en las otras personas para entender que no hay argumentos para tolerar que millones de personas estén condenadas a no poder acceder a una vivienda, a los servicios básicos, al trabajo, al esparcimiento y el deporte. El desarrollo actual del trabajo nos permite rápidamente comprender que los recursos alcanzan. A partir del consenso sobre esta base de igualdad, lo que se impone son las acciones que remedian la desigualdad, por su carácter injusto respecto del solo hecho de la condición humana. En un territorio abismalmente injusto es ridículo proponer que ser libres es únicamente dejar accionar a los individuos con lo que tengan a mano.
 
Entonces, podremos proponernos una versión solidaria y humana de la libertad que pretendemos construir, a partir de la valiosa experiencia social acumulada en los procesos de organización para el trabajo, para la lucha y para la construcción de un mundo más justo. Porque no hay libertad sin justicia.
 
Existe también una operación falaz de una efectividad alarmante: pretenden imponer que la opresión de la libertad individual radica en los acuerdos colectivos y humanos, en las leyes que resguardan nuestros derechos sociales más elementales (a trabajar, habitar, educarse, a la salud, a la ciudad, a los territorios). Una hipótesis insostenible, nunca verificada ni argumentada, que sostiene que por “culpa” de los derechos no somos libres. Cuya versión mediática asimila en una hábil, aunque rudimentaria maniobra discursiva la existencia de corrupción, la ineficiencia del aparato gubernamental, la organización del Estado, la existencia derechos y entonces, debido a todo esto: la falta de libertad.
 
Según esta maniobra discursiva, la opresión de los pueblos no hay que buscarla en las acciones individuales “libres” de sectores poderosos como los grandes propietarios de la tierra, los operadores de las finanzas mundiales, los empresarios de las multinacionales, o los operadores del extractivismo rural y urbano. Estos sectores sociales que se benefician con todos los gobiernos, más allá de los partidos políticos, incluso de su carácter democrático, no guardan ninguna responsabilidad sobre la sistemática reproducción de la pobreza de millones, sino que estarían siendo impedidos de producir la riqueza suficiente y la abundancia actual no rebasa como para considerar las terribles circunstancias de vida de las poblaciones que trabajan para sus emprendimientos, o las consecuencias devastadoras que producen sobre el planeta.
 
Por el contrario, es indispensable salir de esta trama estridente. De la oferta mercantil de una versión de libertad vacía e individualista.
 
Es indispensable defender el carácter socialmente valioso de la libertad como base del ejercicio de la voluntad individual en una comunidad. Del desarrollo de los proyectos personales o grupales sobre la base de los acuerdos sociales que el avance de la humanidad ha podido construir en una historia de debates y luchas. Los derechos colectivos, como el derecho a la vivienda, a la ciudad, a los territorios, son parte de estas nociones guía, en construcción y debate. Muy necesarias para reconocernos como iguales, para trabajar en conjunto por revertir el desarrollo injusto de los territorios.
 
Los derechos, lejos de considerarse en extraña contradicción con la libertad, son un aspecto central de la organización social que nos permite ser libres, es imposible pensar en ejercer la libertad individual sin continuar la lucha y el trabajo cotidiano por los derechos humanos. Porque no hay libertad sin Derechos Humanos.
 
Proyecto Habitar, diciembre 2023