por Eugenia Jaime, Proyecto Habitar

Las nociones de  espacio urbano al igual que las nociones de género son construcciones sociales que forman parte de la cultura de un grupo humano y están referidas a las formas de hacer y pensar de dicho grupo. Cuando precisamos que estas prácticas se desarrollan en contextos de desigualdad comenzamos a visibilizar ciertas asimetrías que están naturalizadas en las construcciones sociales e implican la preeminencia de un grupo por sobre otro, lo que reduce al segundo a condiciones de servidumbre. Esta situación tiene múltiples manifestaciones en la cultura, pero nosotros nos vamos a referir solo a aquellas relacionadas al espacio y a su vinculación con los géneros.

Partimos de la idea de que el  conocimiento y la organización ayudan a equilibrar las relaciones de poder tanto en la distribución del espacio como entre las relaciones de género. Creemos que todos vamos hacia la convivencia con un otro, por lo tanto, esta necesidad recíproca muestra que lo que se da socialmente es la búsqueda del encuentro, no de la opresión. Entonces si desde la construcción social, vemos que mayoritariamente la búsqueda es hacia el encuentro, quiere decir que la voluntad de opresión viene de otro lado, y nosotros muchas veces no la vemos y lo que hacemos es sostenerla.

 Algunas de las preguntas que guían esta presentación1 son las siguientes:

1-.¿Qué sucede en los contextos de pobreza y desigualdad?

2- ¿Cómo son los espacios y actividades que promueven los juegos de niñas y niños?  ¿Cómo son los itinerarios de los habitantes de la ciudad de hoy?

3- ¿Cómo condiciona el género la apropiación y pertenencia de los espacios domésticos y barriales?

4- ¿Cuál es el rol de arquitectas y arquitectos?

A partir de ello hemos decidido organizar la exposición en 4 partes:

1. Contextos de desigualdad y género

2. Caracterización de los espacios de la vivienda y la ciudad

3. Asimetría en la apropiación del espacio urbano

4. El rol profesional. Asimetría entre el profesional y el comitente

 

1- Contextos de desigualdad y género

Hacia el año 10.000 a.c. un conjunto de pobladores del sur de esta tierra americana se reunió en una cueva. Asociados según algún criterio, convenido o no, estampó en la pared la silueta de sus manos, en colores diversos, según la gama posible en aquel suelo patagónico.

No es fácil imaginar de qué se trataba vivir en aquellos días. Hacer el ejercicio de conocer la información disponible sobre un momento determinado, relacionar, imaginar sus conexiones y comprender, avanzando en el conocimiento de lo que sucedía en aquel mundo sin escrituras, sin alambrados y mucho menos heladeras o celulares, es un antecedente interesante para predisponer el pensamiento hacia una reinterpretación posible sobre los modos de habitar, los roles y la construcción social del espacio urbano que hemos ido configurando con nuestras prácticas.

Este ejercicio de reflexión no solo es difícil de realizar cuando queremos imaginar como vivían estos pobladores de hace 10000 años sino que también es un ejercicio difícil de pensar hoy cuando hemos naturalizado los contextos de desigualdad y carecemos de muchos datos sobre esa situación ya que están invisibilizados como cuestiones a reinterpretar y reformular.

Las luchas sociales por la visibilización de las necesidades de los más débiles son cuantiosas y han ido alcanzando a lo largo de la historia numerosas conquistas. El derecho a un espacio habitable es reconocido mundialmente. Sin embargo, la mayoría de  las políticas de vivienda del mundo cuando construyen vivienda, no incorporan la perspectiva del sujeto que se halla en el otro extremo de la necesidad, quienes habitualmente auto producen su hábitat. Menos aún, cuál es la perspectiva de género de los usuarios.

Volver a mirar la ciudad y las soluciones que se producen desde una perspectiva que visualice las asimetrías ya sean en relación al contexto o al género nos obliga a revisar el cristal con el que hemos realizado estas lecturas e incorpora la necesidad de construir los problemas que se generan en esos pares asimétricos.

2- Caracterización de los espacios de la vivienda y la ciudad

Lo primero que vamos a mencionar es la tremenda disociación que existe entre lo público y lo privado. Las ciudades están planificadas de manera segmentada, fragmentadas en el territorio. Por un lado está la residencia, por otro lado está el trabajo, por otro, las actividades de ocio y más allá, el espacio libre, sin equipamiento, sin función. 

Esto incrementa la dificultad de saber del otro, de conocer sus necesidades, sus experiencias. Entonces, cada permanece en su casa con el mandato social de cuidar de lo suyo, ya que es el lugar de seguridad. Lo privado prevalece sobre lo público y avanza en detrimento de la vivienda, la cual se convierte en una fortaleza que niega la ciudad y por lo tanto la vida colectiva. Esta sociedad se reproduce en ciudades, ciudades injustas, con mala distribución de los recursos, con déficit habitacional, sin infraestructura de servicios, con leyes que valoran la inversión privada.

Los roles asignados a la mujer que hemos construido como sociedad delegan al género femenino el rol de protección, sumisión, sacrificio y colaboración y organización. Es en el ámbito de lo privado donde el género femenino desarrolla su vida social , cultural. El espacio en la vivienda está distribuido racionalmente con la misma mirada fragmentaria que en la ciudad,  aún cuando sea insuficiente y carezca de infraestructura. Lo público no está pensado para el cuidado de los niños ni para el desarrollo de las actividades de proyección y cuidado de la casa. Entonces, los movimientos para las mujeres están confinados al barrio y a las instituciones barriales de servicio cuando las infraestructuras y los equipamientos barriales lo permiten. Por otro lado, estas ciudades fragmentadas también afectan al género masculino. Los hombres trabajan lejos de sus hogares y se exponen a largos recorridos en sistemas de transporte de mala calidad y alto precio. 

La extensa práctica profesional realizada a partir del trabajo territorial que hemos desarrollado en Proyecto Habitar permite visibilizar las situaciones de asimetrías sostenidas por el capitalismo a costa del trabajo cotidiano de miles y miles de hombres y mujeres que, cansados y cegados por una rutina alienante, no cuestionan ni reflexionan sobre sus profesiones, sus tareas cotidianas, su arte, o sus pasiones.

3-  Asimetría en la apropiación del espacio urbano

Es necesario  volver a interpretar, volver a mirar, aquellas acciones a las que estamos acostumbrados porque nuestra experiencia personal nos permite ver o no las necesidades que se expresan en el espacio. La experiencia es fuente de conocimiento, aunque si la pensamos de otro modo, solo es una forma de reproducción. Reflexionar sobre la experiencia para develar las relaciones asimétricas de poder requiere el trabajo conjunto,  es imposible transformarlas si no nos involucramos. Hay que apropiarse de los problemas para poder proyectar.

Las formas desiguales de apropiación son relevantes. La mujer en contextos de desigualdad además de estar excluida a los roles propios de su género padece la exclusión que produce la falta de recursos.Trabajar sobre la apropiación del espacio requiere asumir una mirada del problema que exceda los condicionantes directos de la exclusión.

Todos vamos hacia la convivencia con una compañera, o con un compañero en algún caso, por ahora mayoritariamente con una compañera y viceversa, por lo tanto esta necesidad recíproca muestra que lo que se da socialmente es la búsqueda del encuentro.

Nosotros vamos a los barrios a trabajar problematizar colectivamente las necesidades espacial que hay en ese barrio, primero hacemos una acuerdo mediante el cual ambas partes nos comprometemos de igual modo, luego trabajamos en la detección de la necesidad y por ultimo trabajamos en la realización de un proyecto, bien sea urbano, de gestión del hábitat, arquitectónico o de diseños de dispositivos de instalación de un problema a nivel barrial.

4- El rol profesional. Asimetría entre el profesional y el comitente

Referir a la relación arquitecto-comitente desde el modelo de arquitecto hegemónico presupone un evento que se desarrolla en un espacio específico, llamado estudio, oficina municipal, ministerio, etc. Casi siempre, en condiciones similares y entre los mismos actores. Desde nuestro enfoque, resulta insuficiente considerar la relación arquitecto-comitente solo desde la perspectiva profesionalista que subyace en las asociaciones profesionales que custodian la matrícula. Es necesario identificar el acto de proyectar espacios como un acto esencialmente social, que permite poner de manifiesto las contradicciones que se observan entre las necesidades y los satisfactores creados para el diseño de la ciudad.

Pichón Riviere – el creador de la psicología social en el país, médico psiquiatra, psicoanalista-  decía que la asimetría entre el profesional y el paciente era tal que cada acto de salud, es decir, cada consulta médica, reproducía en miniatura el sistema de opresión que propone el sistema capitalista. Es fundamental reconocer esto si pretendemos cambiar algo. Necesitamos tener una mirada del mundo que vea las asimetrías y las incorpore a los problemas específicos de nuestro quehacer.

Visibilizar el género que se encuentra velado no es solo para tener un dato más para actuar. Nosotros estamos persiguiendo hacer visibles a los actores de la ciudad para que sean parte de las decisiones, necesitamos posicionarnos sobre estas asimetrías y proyectar espacios  transformadores que estimulen el desarrollo de una sociedad democrática.

Consideraciones finales

  • Re-pensar la profesión de arquitect@ desde una perspectiva que incorpore las asimetrías. Pensar un urbanismo que incorpora las asimetrías no solo incorpora la perspectiva de género sino también todas aquellas situaciones de desigualdad que se encuentran vedadas. Sería pensar en un urbanismo inclusivo, que redefine los objetivos según las necesidades de una sociedad, que incluye la diversidad de situaciones de las cuales formamos parte las mujeres y los hombres.
  • Visibilizar las vivencias, percepciones y experiencias de cada género. Poniendo en valor aquellas tareas que quedan relegadas al ámbito privado, las tareas de la reproducción, el cuidado de los niños, de otras personas y del hogar.
  • Incorporar a las políticas públicas urbanas la mirada de los sujetos de necesidad y el concepto de acción pública. De este modo podremos pensar ciudades como sociedad, calificando los problemas colectivos desde la construcción que podemos hacer de ellos poniendo el acento sobre la sociedad en general, las condiciones de la desigualdad, las condiciones por las que atraviesan los sujetos de cada género, etc; no sólo sobre la esfera institucional del Estado.
  • Propiciar marcos regulatorios que den prioridad a las necesidades de quienes sufren el acceso asimétrico a la ciudad, ya sea por asimetría de poder en relación al género, la franja etaria o las posibilidades materiales de acceso a la producción. Con una distribución acorde a las necesidades y no a las posibilidades de pago.
  • Revertir los procesos urbanos de desigualdad, interviniendo sobre las barreras urbanas que provocan segregación y marginalidad; incentivando la incorporación de transporte publico de calidad, que sirva a los trayectos locales; y aportando a la multiplicación de espacios de encuentro de distintas escalas, y distribuidos de acuerdo a la necesidad con calidades espaciales que faciliten el uso en diferentes horarios y en diferentes momentos del año.
  • Privilegiar el desarrollo de circuitos económico-culturales de nivel local. Permitiendo el desarrollo pleno del género que tiene el rol del cuidado del hogar proponiendo espacios urbanos que promuevan capacidades que permitan su desarrollo pleno en la esfera pública.

Entonces volviendo al comienzo de esta presentación todos los dispositivos y herramientas que nos permitan desnaturalizar y conocer las asimetrías que se producen alrededor de la distribución del espacio y los roles de género nos permitirán propiciar una distribución del espacio y una asignación de roles a cada género que mejore las situaciones de asimetría en que se encuentran entendiendo que los sujetos perseguimos prevalentemente el encuentro.

 

1 Este texto se realizó en el marco del «Encuentro Urbanismo y Género», organizado por la Red de Urbanismo Abierto en la Universidad de Palermo.(2015) Participaron: ARQ. Eugenia Jaime (Proyecto Habitar) /ARQ. Zaida Muxi / ARQ. María Cecilia Larivera /LIC. Lorena Suárez/ LIC. Marina Klemensiewicz / ARQ. Claudia Rojas / LIC. Cristina De Ciervo/ ARQ. Marta Alonso

 

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UN DIA | UNA ARQUITECTA  en la BIENAL INTERNACIONAL DE ARQUITECTURA DE BUENOS AIRES.  Mesa Proyecto y Diseño Urbano – Participación
Eugenia Jaime, Bela Pelli, Diana Cabeza, Ana Falú. Moderadora: Zaida Muxí ver

 

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